lunes, 26 de octubre de 2009

Las memorias de la feria de Gurainag

Desde hace un mes que estoy en la cuenca del río Paute y hay un nombre que escucho constantemente y que se repite todos los días; un nombre que se ha mantenido en la memoria colectiva de la gente que aquí habita, principalmente de las personas mayores. Ese nombre es Guarainag.
Todos y todas recuerdan con nostalgia a este pueblo pero principalmente recuerdan su mercado, la famosa feria de Guarainag.
Y llego el día…. El domingo, que es la feria de Guarainag, y junto con mis compañeros empezamos a preparar el viaje, poníamos las cámaras, la grabadora, la cámara de fotos y la curiosidad en la maleta… emprendimos el viaje.
Llegamos a la feria de Guarainag y a pesar de que ya nos habían advertido no pudimos evitar la sorpresa. En este famoso lugar no había casi nada. La feria de Guarainag le hace honor a su nombre –wayra, viento y ñan, camino; camino del viento- pues a primera vista lo único que pasa por aquí es el viento, solo eso ha quedado. Unas pocas mujeres que vendían los productos que ellas mismas cosechan principalmente maíz y papas, también encontramos productos que ellas mismas elaboran como quesos; además había leche, pan, cebada, hortalizas, legumbres, frutas; no faltaban las mujeres que venden comidas como tortillas de choclo, hornado, salchipapas, secos de pollo, ceviche y encebollado y como un intruso en medio de tantas mujeres en un rincón de la feria se ubicaba el vendedor de arados, palas, picos, hoz, sogas y todas las herramientas necesarias para la agricultura; pero lo que más abunda en este lugar son los recuerdos, recuerdos de un pueblo que alguna vez fue próspero gracias a su feria.
Los años se han llevado la prosperidad, pero no se han logrado llevar las relaciones de poder que hasta hoy se mantienen. Unos pocos, poquísimos compradores; son descendientes de los hacendados que dominaron en estas tierras, otros venden sus productos con el tan común y a veces injusto regateo. También quedan los que vienen a vender papás y maíz, etc. Y con el fruto de su venta llevan a sus casas fósforos, aceites, atún, etc.
El santo de Guarainag es San Pablo y una imagen de él se ubica en una esquina de la plaza y mercado, este es un santo que va acorde con este pueblo pues a San Pablo le acompaña un sombrero para protegerse del sol al igual que los vendedores de la zona y le acompañan unas flores.
Preguntamos a la gente ¿Cómo era la feria de Guarainag antes?. Al responder a la gente se le llena la mirada de nostalgia. “uhhhh, grandota no como es ahora, la gente llenaba unas 3 cuadras, los puestos se ubicaban 3 cuadras y venía la gente de todos lados hasta de Azogues”. La siguiente pregunta obligada ¿Qué paso, en qué momento dejó de ser esa gran feria?. “Cuando la carretera pasó por la otra orilla del río por El Pan y Sevilla de Oro y entonces toda la gente prefirió ir a Paute o a Cuenca y ya nadie vino para acá”. Pensando que eran razones técnicas y que la gente desconocería esta situación con un poco de inseguridad preguntamos ¿Por qué la carretera pasaría por el otro lado, si esta zona era tan importante? Porque había hacendados ricos que no querían que se afectaran sus propiedades y ellos hicieron que la carretera vaya por el otro lado y que nosotros quedemos abandonados, nos responden…
El próximo domingo se volverá a realizar la feria, -creó yo-, que más por tradición y nostalgia que por la misma rentabilidad y necesidad; pero se hará y resultaría interesante que otros cuencanos y cuencanas visitaran este lugar para comprar un poco de leche pura, unas tortillas de choclo y para visitar a los recuerdos.

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